|
|||
Lamentable, penoso, bochornoso, incomprensible, vergonzoso……así se podrían enumerar cantidad de adjetivos que definan lo sucedido esta mañana en el Estadio Sánchez Menor de Puertollano.
Unos 100 aficionados del Talavera se desplazaban a la ciudad minera para presenciar el partido y animar a su equipo. Es de razón no meter a todos en el mismo saco, pero si son denunciables los hechos que protagonizaron unos 40 ultras del equipo talaverano. Estos no vinieron ni a ver el partido ni animaron a su equipo. Estos tenían ganas de guerra.
Es curioso ver en los desplazamientos de
Han pasado ya muchos equipos por Puertollano. Algunos no desplazan a nadie o a tan pocos que no se hacen notar. Otros han desplazado a más gente, pero no ocasionaron ningún problema. Ni siquiera hicieron que los cuerpos de seguridad estuvieran cerca de ellos. Además cuando más alarmas se intuían fue en la visita del Rayo Vallecano y no hubo ningún problema (los propios aficionados de ambos equipos sabían que iba a ser así, y así debería de ser siempre). Hoy y todos los Domingos acuden muchísimos niños al Sánchez Menor con sus padres para animar a su equipo. Todos han visto tan lamentable espectáculo, pero hay dos ejemplos en los que me quiero detener.
El primero llevaba los colores azules del Puerto, y ha visto como se ha tenido que levantar de sus asiento (situado en el corner del fondo norte), porque un grupo de ultras del Talavera se acercaban a su lado seguidos de la policía y guardias de seguridad ¿Qué buscaban? No lo se, guerra seguro, ya lo he dicho antes. La cara de ese niño era una mezcla de asombro y susto, parecía que se había bajado en ese instante de la mismísima montaña rusa. En su cabeza hoy no quedará ni el mal partido de su equipo, ni el ambiente, ni el último tiro al palo de Esparza, con el que se ha podido empate el encuentro al final. No, lo que quedará en su cabeza es la imagen de un grupo de policías contra un grupo de personas sin camiseta.
El segundo se habrá ido más feliz, llevaba los colores azul y blanco del Talavera. Estaba con su padre (imagino) a la salida del estadio con su bufanda del Talavera, viendo como los demás ((que llevaban los mismos colores que él defendía) eran escoltados por la policía hasta los autobuses. Su cara no era de felicidad completa, sólo se alegró cuando vio llegar a su madre (imagino también), aunque no dejaba de mirar hacia atrás hacia los autobuses (Seguro que no entendía nada).
La gracia está en que los jugadores visitantes, al terminar el partido se han ido al fondo norte para aplaudir a ¿sus seguidores?. Alimentando así sus fechorías. Alguien les debe decir que, cuando pasa algo así y aunque haya gente que no tiene la culpa, lo mejor es meterse al vestuario. Precisamente lo contrario hicieron los nuestros. Por muy enfadados que vayan, los socios y aficionados que les animan partido a partido no han podido agracederles el esfuerzo de hoy. Porque ellos, que siempre saludan a su afición al término del partido, hoy han salido derechitos hacia el vestuario sin decir ni “mu”. Muy mal.